jueves, 22 de noviembre de 2012

Superhéroes
YODONA (10 noviembre 2012)



 Fotografía: Rebecca Beltrán

Para variar, el superhéroe entra en el piso haciendo girar la llave en la cerradura. Arrastra sus pasos por el pasillo. Su última súper aventura le ha aburrido profundamente. En realidad, su intervención no ha resuelto nada que un minuto más tarde no hubieran solventado los bomberos, pero en algo tiene que matar el tiempo. Se dirige al dormitorio, quiere librarse cuanto antes del ajustado traje multicolor y embutirse en la bata de felpa. Mientras se desprende del extravagante guante gigante contempla el reflejo de su cuerpo en el espejo. Justo el instante en que la barriga, rescatada de la opresión, recupera su plácida redondez. Un último estirón consigue liberar al pie izquierdo, pero una uña demasiado larga provoca un pequeño desgarro. Un hilo suelto sobresale. Distraído, empieza a estirarlo. Lejos de resistirse, la fibra cede con asombrosa rapidez. En unos segundos el traje se transforma en un ovillo que el hombre se afana en componer. No tarda en estallar en carcajadas. Allí, en un enredo de menos de un palmo de diámetro, se desvanecen sus súper poderes. Sintiéndose repentinamente ligero recorre la casa jugando a malabares con el revoltijo. Al fin, al observar la ventana abierta, un brillo travieso ilumina su mirada. A la una, a las dos y a las…

La niña está enfurruñada. Otra vez esos grandotes le han vuelto a romper la bici. Con un par de palmos de un hilo raro que encuentra en la calle hace un apaño. Se guarda otro trocito para su mejor amiga. Desde la ventana, una anciana vislumbra el ovillo. Ya adivina una bufanda.

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