Aire
YODONA (3 noviembre 2012)
Suspirar. Más. Muy hondo. Una bocanada de aire frío que limpie los alientos adormecidos. Aire nuevo nacido de mil soplos. De la risa alborotada de un niño que colma la estancia. De un beso perdido que flota en la estación de tren. El jadeo del atleta exhausto ante un nuevo record. El ansia del amante que sorbe cada minuto robado. El ahogo pegajoso y húmedo del miedo. Un bufido nervioso de impaciencia. El rendido silbido ante la belleza inabarcable. La respiración contenida ante el resultado que cambiará tu destino. El primer llanto del niño. La expiración… Una atmósfera infinita de alientos, suspiros e inspiraciones que han viajado por cuerpos jóvenes y viejos, enamorados, enojados, ilusionados o llorosos. Fluido de nitrógeno, oxígeno y argón impregnado de emociones, sueños, aburrimiento e inquietudes de millones de desconocidos a los que, sin saberlo, damos la bienvenida a nuestro interior. En cada bocanada se entremezcla el pensamiento de un sabio, el engaño de un pícaro, la honestidad de un íntegro o la traición de un ladino. Gentes que pasarán a los libros de historia, gente anónima cuyo rastro se perderá para siempre. Sin permiso se pasean por nuestros pulmones, juegan al escondite con la consciencia y se atrincheran en las células. Restos convertidos en energía de vida.
Inspiramos… y espiramos. Y en cada exhalación también se desprende una parte minúscula, imperceptible, insignificante de nosotros mismos. Un mensaje microscópico lanzado al océano del aire. Suma de muchos, restos de uno mismo... La vida de todos.
viernes, 9 de noviembre de 2012
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Me he dado cuenta que mi amor nunca estaré en tu corazón, que nunca sabrá de tus risas, que tus susurros no son de aquí, que tus alegrías son tuyas.
ResponderEliminarMe ahogo, no tengo aire ya.
Aunque el corazón juegue con nosotros, somos los artífices de nuestra propia vida. Aunque nuestras miradas se dirijan a puntos equivocados, sólo nosotros podemos cerrar los ojos y volver a enfocar.
Respira.
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que belleza de texto Emma, gracias
Se supera usted cada día, Riverola. ¡Bellísima composición, sublime!
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