jueves, 2 de julio de 2009

Soy Bo, el perro de Obama. Un perro de aguas portugués que tiene medio mundo revolucionado por su pedigrí. Parece ser que a las asociaciones de rescate de animales no les ha parecido bien mi linaje genealógicamente perfecto. Sin duda, hubieran preferido un chucho de menor estirpe pero con la impecable etiqueta de lo políticamente correcto. Entendámonos, un cachorro que comparta orígenes tan inciertos como los de mi propio amo. Ya imagino el reportaje, Obama rodeado de su encantadora familia salvando a un podenco abandonado en una perrera. Allí, la buena gente voluntaria sonreiría a las cámaras y sentirían que, al fin, el sacrificio de tantos años era recompensado por unos inesperados cinco minutos de gloria. Pero a ver, pueblo ingenuo, ¿acaso alguien creía que el presidente de los Estados Unidos iba a arriesgarse a acoger un perro que, al cabo de tres meses, se volviera patizambo, acusara obesidad o que su pelaje empezara a denunciar sospechosas máculas de mil leches? Una cosa es ir de campechano, con su chándal de marca, mezclándose con la plebe hamburguesa en mano, y otra muy distinta erigirse en el benefactor de los parias de la tierra. Este hombre, por mal que os pese, no es uno de vosotros. Ni es Gandhi, ni el Che, ni un nuevo mesías. Comprendedlo de una vez, Obama me ha elegido a mí. De todas las opciones posibles, ha escogido el perro preferido del senador Edward Kennedy, un ejemplar de pura raza, de probada nobleza y perfectamente entrenado. Cuando me llevaron a la Casa Blanca, sabía muy bien cual era mi cometido: seguir al presidente por toda la habitación. Miradme y empezad a haceros preguntas. O mejor, empezad a responderos todos aquellos esperanzadores interrogantes que os habían surgido con la victoria de mi amo. Os acordáis, ¿verdad? ¡Yes, we can! En fin, querido pueblo llano, lo siento, no quería entristeceros con mi presencia. En cualquier caso, pronto os pasará el disgusto. Resulta imposible odiarme. ¿A que tengo una imagen adorable? Tan dulce, tan afable y, a la vez, tan enérgico y juguetón. Si me conocierais, no os marcharíais sin antes regalarme una caricia. Reconocedlo, soy el perro que todos vosotros querríais tener.

2 comentarios: