jueves, 2 de julio de 2009

Soy el mentiroso que cada día dice que te quiere, aunque ya nunca pienso en ti. Pero no te ofendas, en el fondo, no es nada personal. Pero es que ya no pienso en nadie. Ni siquiera en mí. Desayuno. Autobús. Trabajo. Comida de tupper. Siempre las mismas bromas. Siempre los mismos comentarios. Más trabajo. Autobús. Un beso para ti. Cena. Tele. Estoy agotado. Sí, yo también. Me voy a la cama, ¿vienes? En cinco minutos. Ves tirando. Duermo. Despertador. Desayuno… Soy el hombre que le dan pánico los conflictos. Que siempre dice sí por temor a que su entorno se desmonte. No me gusta como soy. De hecho, siempre he admirado a esas personas henchidas de energía, ambiciosas y con un montón de causas por las que luchar. Incluso conseguí que una se enamorara de mí. Sí, ya estaba contigo, pero tranquila, la historia duró poco. Supongo que al final se cansó de mí. Yo tampoco lo llevaba muy bien. Aunque nunca me había sentido tan orgulloso de mí mismo como entonces, no soportaba la presión de fallarle. Ella me había adoptado como una de sus causas. Esperaba que algún día despertara, que abandonara un matrimonio sin sentido y ese conformismo que me corre por las venas. Pero se hartó de esperar. Normal. No se lo reprocho. Es que yo no sé de donde sacar fuerzas. Soy capaz de pasarme todo un domingo por la tarde ante el televisor sin que me guste nada de lo que veo o quedar cada sábado con unos amigos que ya me aburren o seguir contigo aunque ya no esté enamorado. Todo, por miedo a enfrentarme a lo inesperado. A veces pienso que estoy malgastando mi vida pero, ¿quién me dice que lo que no tengo es mejor? Además, no podría soportar hacerte daño. Al fin y al cabo, llevamos media vida juntos. Probablemente tú tampoco estés enamorada de mí, incluso es posible que me ridiculices cuando sales con tus amigas o que te hayas buscado un amante. Pero yo no me veo capaz de dejarte. Me da miedo quedarme sólo. Además, te tengo cariño. Ya sé que no suena como en las películas, pero al menos es verdad. Pero no te preocupes, nunca tendremos esta conversación. Quizás nos veríamos obligados a cambiar algo. Por eso, cuando tú me preguntes si te quiero, yo siempre te responderé sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario