jueves, 4 de abril de 2013

Sin piel
YODONA (30 marzo 2013)




  Un día, puso su piel en la maleta. Con todas las caricias, las heridas y el mapa de las arrugas. La cerró con un candado doble y la envió lejos, muy lejos. Así, desnudo de memoria, se paseó por las calles viejas que olían a nuevo. Se quemó los labios con la sopa demasiado caliente. Se lastimó los pies con los cantos de los adoquines. Y se rasguñó el pulgar al repasar un grafiti. Pero el hombre se reía de sus males y disfrutaba de un cuerpo sin la frontera gastada de su piel. El viento le empapaba de aromas. Ahora, el guiso denso de un vecino. Ahora, un perfume balanceándose sobre unos tacones. Ahora, el olor sabio de piedras antiguas. Sin los centinelas ni las barreras de la piel, el mundo entraba a chorro en su interior.

Hambriento de vida, se perdió por bares y camas. No había amante más sincero ni más libre que ese hombre sin disfraz. Se dormía empapado de besos y, cada mañana, al lavarse la cara, los veía perderse en un remolino de agua. Por el desagüe también escapaban la pompa de jabón de un niño, el abrazo de un amigo, el crujir del pan caliente entre las manos y el trago cálido del vino. Liviano, volvía a la calle. Libre de recuerdos. Vacío de todo lo que el día anterior le había colmado. Una noche la conoció. Rieron y se amaron. Al despertar, no quiso perderla, pero no pudo apresar su aroma. Con la luna, volvió a ella y, de nuevo, la perdió al amanecer. Esta vez, lloró su ausencia. Pero sus lágrimas también escaparon. Sintió frío. La lluvia le molestaba. Y entonces, solo entonces, añoró el refugio de su piel gastada.

2 comentarios:

  1. No tuvo más remedio entonces
    que abrir de nuevo la maleta
    y vestirse con ls risas y los llantos.
    Se quedó muy quieto para esperar
    las manos que le amaron y después le hirieron
    cuándo todo eran ansias y deseos.
    Pero nada hubo y nada sucedió
    y quedóse vestido tan sólo con sus penas
    arrugado y viejo,lleno de viento y lluvia.
    Manel

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