sábado, 19 de septiembre de 2009

Soy la mujer que ha empezado la decimosexta dieta del año y sueña con pasteles de chocolate. Me despierto y, durante unos minutos, sigo pensando en ellos. En un tierno, jugoso y exquisito pastel de chocolate negro. Imagino cómo lo tomo en mis manos, cómo lo observo durante unos segundos antes de atreverme a profanarlo. Puedo notar ese cosquilleo picante en el interior de mi boca, el ligero aumento de salivación, la respiración algo alterada. Cuando parece que el mordisco ya es inevitable, aún retengo unos segundos más la acción. Lo justo para tornarse insoportable. Y, finalmente, lo hago. Me lleno la boca de esa masa dulce y amarga a la vez, cierro los ojos y me concentro en la caricia del azúcar y el pellizco del cacao. El bizcocho es tan tierno que apenas tengo que mover las mandíbulas, toda la boca se colma de su suavidad. La crema de chocolate, ligeramente más fría que la masa, se extiende por todos los rincones de la boca, alcanzado la comisura de los labios, dejando un vestigio de mi trasgresión. La lengua acaricia restos de mermelada. No acabo de distinguir si de frambuesa o de fresa. Es perfecta. Aún conserva el delicado rastro de acidez de la fruta. Ese toque enloquece las glándulas salivares. La ansiedad se dispara en un segundo, debo dar paso rápidamente al siguiente bocado. No hay tregua para el próximo. Nada puede detener la frenética cadencia del baile prohibido. No pienso. No oigo, ni veo. El gusto y el olfato son mi único enlace con el mundo. Mientras, el resto de los sentidos se someten a los soberanos. La porción ha disminuido al ritmo que crecía mi entusiasmo. Sólo me queda un bocado. El último. Me detengo un segundo para admirarlo. La visión casi me enloquece. Vuelvo a cerrar los ojos y el despertador vuelve a sonar. El ensueño ha durado exactamente cinco minutos. Me espera una tostada de pan integral, 50 gramos de queso desnatado, una pera y un café con sacarina. Dentro de tres horas me tomaré un yogur desnatado. Quizás si le echara unos trocitos de chocolate sin azúcar…
Nada, ni una tableta…
Sólo para dar un poco de color…
Además, dicen que el chocolate negro es muy sano...

No hay comentarios:

Publicar un comentario