domingo, 25 de julio de 2010

Soy el recuerdo que aguarda en el cajón. Descanso. Dormito. Espero. Aguardo en la penumbra silenciosa. Como una cría en su nido. Como una mariposa en su crisálida.
La vida es un paréntesis en este vientre de calma. Un lecho ingrávido donde habitan los sueños perdidos, los deseos que llegaron a deshora, los amores que arañaron el alma.
Hay momentos en los que el cajón se abre unos milímetros. Apenas un segundo. Una hebra de luz. Suficiente para comprobarnos. Para saber que cada uno sigue en su lugar. Un suspiro sella el instante. Y vuelve el sosiego.
Las horas se derriten en la oscuridad y el eco de las campanas se funde en un laberinto de imágenes y palabras. Me gusta jugar con el tiempo. Dejo que el ayer me acaricie y modele nuevas formas en mis sombras. Inspiro pasado para, algún día, exhalar futuro.
Aquí, en la guarida secreta de tus entrañas, no existen las dudas. Ni los miedos. Ni los reproches. No hay abandonos. Ni renuncias. Tan sólo una espera. Un aliento. Una vida.

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